Durante 2024, el país vivió una verdadera eclosión de conciertos multitudinarios. Artistas internacionales como Bruce Springsteen, Karol G o Taylor Swift no solo agotaron entradas, sino que atrajeron a cientos de miles de personas en cuestión de días. Madrid fue el epicentro de esta ola, con cifras que rozan lo histórico y con un calendario que apenas da respiro.
Y el futuro inmediato no parece que vaya a bajar el volumen. En los próximos dos años, llegarán a la capital nombres como Ed Sheeran, Dua Lipa, AC/DC, Iron Maiden o Bad Bunny, quien ya ha colocado 600.000 entradas solo para sus fechas en España. La expectación es tal que el turismo musical se consolida como una categoría en sí misma, con un impacto económico que traspasa los límites de la industria cultural.
El fenómeno no se limita a los recintos. Cada concierto masivo implica una activación económica que se siente en restaurantes, bares, transporte, comercios y hoteles, donde las tarifas pueden multiplicarse en fechas clave. En algunos casos, los precios se han disparado hasta un 110%, lo que refleja la intensidad del movimiento que generan estos eventos.
En términos económicos, los datos de 2024 son contundentes: el turismo musical generó más de 5.000 millones de euros en España, con una recaudación fiscal estimada entre 1.200 y 1.600 millones de euros. Este fenómeno ha activado una cadena de valor que impacta directamente en múltiples sectores, desde la cultura y el entretenimiento hasta la hostelería, el transporte y la restauración, que concentraron más de la mitad del impacto económico total.
La distribución del gasto refleja este efecto expansivo: un 23% (1.209 millones de euros) se destinó a entradas, bebidas, comida, patrocinios y merchandising; otro 23% (1.222 millones) provino del consumo generado por los propios trabajadores y proveedores del sector; y el 54% restante (2.884 millones) se canalizó hacia los servicios de alojamiento, movilidad y gastronomía. Todo ello confirma que la música en directo no solo atrae público, sino que también dinamiza la economía local de forma transversal.
Este boom ha catapultado a España entre los 15 países con mayor peso en la industria global de la música en directo. Las cifras de ticketing superan ya los 725 millones de euros anuales, con un crecimiento constante que refleja la alta demanda del público nacional e internacional.
Lo más relevante de este fenómeno es que el turismo musical ha dejado de ser una tendencia puntual para convertirse en una nueva forma de viajar, consumir cultura y generar riqueza. Hoy, los visitantes no llegan solo por los monumentos o el clima, sino también para vivir experiencias irrepetibles, como un concierto único que marca su viaje. Estos momentos están transformando nuestras ciudades en referentes internacionales de la música en vivo.
El futuro de la industria musical en España es sólido y lleno de oportunidades. La diversidad de géneros y la capacidad de atraer a grandes artistas internacionales consolidan al país como uno de los destinos más atractivos para este tipo de turismo. Y lo mejor esta por venir.
Fuente: @sympathy_lawyer